Gastronomía

Que no, que no nos hemos vuelto locos por efectos del calor. Pase lo que pase hay que estar al pie de la noticia y ahí, estamos nosotros.

Como verán una imagen vale más que mil palabras y María de Gran Azul pudo recuperar el rodaballo que tan astutamente la dejó con un palmo de narices.

No ha sido por casualidad. Hace unos cinco años, Alexander, me habló de su país y de su trabajo. De sus esfuerzos por abrirse camino en España y por su amor por nuestro país que le ha llevado a crear una familia, aquí, en su nueva casa.

Este vino solamente se elabora en años excepcionales, cuando la vendimia alcanza la máxima expresión del terruño y además su equilibrio sea perfecto.

En parte era normal que los padres de Nacho pusieran el grito en el cielo. Un chaval estudioso, inteligente, con ímpetu, podría hacer y llegar a donde se lo propusiera. Una buena carrera y a por todas.

Los hay que se van de vacaciones. Los hay que se quedan… y otras cosas.
He llamado a Quique Barella por aquello de que me debe las patatas asadas y me he quedado como el loro de Morón, sin plumas y cacareando. Vamos, que se toma unas merecidas vacaciones a partir del 31 y que ya hablaremos de las patatas.

Primeros espadas del sector hostelero valenciano forman la nueva junta directiva de la Asociación de Restaurantes, dentro de la FEHV, y entre los deberes quieren realizar acciones turísticas con la gastronomía por bandera.

El “hermano pequeño” de Yllera. Fruta y madera. Fácil. Un vino para todos los días. Uva tempranillo, de Vinos de la Tierra de Castilla y León.

100% Tempranillo (Tinta de Toro). Toma su nombre del río Bajoz que fluye cerca de la localidad de Morales de Toro en Zamora.

Que me puse mi gorra de lobo de mar y me fui a homenajear a la Patrona. Gran día, hermanos que compartimos el amor por el mar. Ayer las embarcaciones hicieron sonar sus sirenas y babor, estribor, proa y popa se unieron en una petición de volver a puerto, sanos y salvos, cada día.

Ni Vicentica, la abuela, ni Mari Carmen, la madre, hubieran podido imaginar, en la vida, lo que era capaz de hacer el joven Sergi. Ni ellas, ni nadie. “Tenía siete años y estaba, como loco, por poder cocinar como lo hacían mi madre y mi abuela. El día de autos le pedí a mi abuela que me prestara una cocina portátil porque le hacía falta a mi madre. Cocina al hombro me fui al balcón y vacié toda la nevera para cocinar todo lo que se me ocurrió. Hasta la saciedad. Me llevé una de las palizas más grandes de mi vida”.