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Podemos imaginar a un ex empleado de banco integrándose en el mundo de las startup a través de las nuevas fintech. Incluso, como ocurre en Inglaterra, a los llamados ‘oldpreneurs’, personas que han salido del mercado laboral y que deciden por fin dedicarse a su pasión.

Podría pensarse que uno va al Casino Cirsa Valencia a jugar. A tomar algo. A tentar a la suerte. A recrear escenas de ‘Resacón en Las Vegas’. Lo más normal es creer que allí, más allá de sándwiches y cócteles, lo tienes mal para alimentarte.

Hace unos días Manuel Espinar y Luis Martí, presidentes de la Confederación Empresarial de Empresarios Turísticos de la Comunidad Valenciana, nos convocaron para compartir el balance del año turístico 2016 y valorar el anteproyecto de la futura ley de Turismo.

Entrar al local de Tigran es una satisfacción que deberíamos tener cada día. Digo y mantengo lo de “local” porque aquí, se puede tomar desde el primer café de la mañana, el tradicional almuerzo, una extraordinaria comida, una buena merienda y cómo no, las copas que se tercien antes y después de la cena.

El turismo del vino es uno de los grandes bastiones del sector bodeguero español. Muchas zonas productoras lo saben. Las bodegas también, por eso se han realizado enormes esfuerzos para mejorar las instalaciones de las firmas y dotar de contenido cultural y gastronómico este tipo de turismo.

Está abierta la batalla legal para que el vino azul Gïk no pueda llamarse tal, sino de otra manera, es tiempo de repasar otros productos de similares características que también están entre nosotros con el noble objetivo de conectar con el público joven.

Es la hora, no prudente, para que se produzca una noticia. Después de un día de mucho trabajo (y que no falte) Juan está montando la terraza de En Boga Bar. Complicado el trabajo porque Rafa, el dueño, es una persona que cuida los detalles y tiene un montaje digno de lo más alto.

Se acerca la cena de Fin de Año. Con ella llega el turno de los balances de lo que ha sido 2016 y los propósitos para 2017. Es la noche de la uvas, de las campanadas, de los cuartos, los cotillones y también, cómo no, de brindar por lo bueno, lo malo, lo que vendrá, los que están, los que llegarán y los que se fueron.

Las cosas improvisadas suelen ser las mejores y, en algunas ocasiones, inolvidables. Si me lo permiten, quiero compartir con ustedes una experiencia que deseo vuelva a producirse pero, va a ser difícil.

A pocas horas de que alrededor de una mesa volvamos a reunirnos, quizás en sesión doble, toca de nuevo reivindicar lo nuestro. Porque me parece más que acertada la campaña de la Generalitat Valenciana del «Nadal Valencià», innecesaria en cualquier otro rincón de la geografía española pero innegociable en esta nuestra Comunidad, aunque me haya quedado muy «señor Cuesta» la frasecita.