Templo de Baco, una vinoteca única en el centro de Castellón

Texto: Berta Mª López / Foto y vídeo: Fernando Murad y Vicente Escrivà

La «ilusión» y el «gusto» por el producto que trabajan derivó en un negocio cuya historia comenzó hace más de siete años. Detrás de las puertas de Templo de Baco, Juan Cardona y Francisco Egea, dos amigos que «por las circunstancias del momento» se vieron abocados a abrir una vinoteca que hoy se ha convertido en un lugar de referencia en la ciudad castellonense. De la mano del deseo por emprender, la investigación fue crucial para «lanzarse a abrir un local que apuesta mucho por el producto de proximidad con un trato muy directo y cercano». El esfuerzo y la inquietud por el mundo del vino, el cava y la cerveza determinaron el inicio de un recorrido de éxito. 

Su apuesta principal siempre han sido los vinos, en especial los tintos. Pero sin dejar de lado los blancos y los rosados, las cervezas artesanales y de importación se han ganado un puesto en las baldas de sus estanterías. «Teníamos claro que no podríamos cerrarnos a un tipo de clientela», explica Cardona. Pero sin duda, su valor diferencial radica en el mimo por la tierra mediterránea. «Recuerdo perfectamente que la primera cerveza que estuvo en el local fue una cerveza bastante premiada de Xàtiva y la apuesta era siempre productos con un nivel de calidad alto, muy diferenciales», cuenta el anfitrión.

La importancia del producto valenciano en su local ha sido «bastante notable» desde sus inicios. Su interés por los productos «de aquí» se ha visto correspondido con el aumento de la demanda de los productos locales. Este afán recíproco de cuidar el género valenciano ha sido «una grata sorpresa» para sus gerentes, que de forma natural, les ha permitido incorporar cada vez más productos de la Comunitat Valenciana. «Mención especial a denominaciones de origen como Utiel, Requena, Valencia, Alicante, porque realmente nuestro público nos lo ha exigido», matiza Cardona. 

Pero si algo tenían claro desde el principio, fue la necesidad de diferenciarse de aquello que puede encontrarse en cualquier lineal. Su asesoramiento va mucho más allá. «Tenéis que tener en cuenta que aparte de la variedad que tenemos aquí en stock habitual, damos muchas facilidades a los clientes y nos gusta informarles de que aparte de lo que hay aquí, tenemos la capacidad y el potencial de poder encontrar muchísimos otros vinos que aunque no están, podemos encontrar gracias al contacto con bodegas». Todo ello, ha derivado en un público que «busca cosas especiales», como diferentes tipos de uva que no son tan habituales o denominaciones de origen distintas.

Cuando preguntamos por el sabor y la situación actual del vino castellonense, Cardona nos habla de un producto «con carácter y un sector en auge». Y es que aunque las cosechas de esta zona mediterránea no se encuentran todavía al nivel de evolución como el resto de la Comunitat, el vino de Castellón está catalogado como una IGP: la antesala a la concesión de la licencia de la DO. «Todavía falta un poco de trayecto, nos encontramos con vinos en los que la relación calidad-precio a veces está un poco descompensada por la juventud del producto, pero se está trabajando fuerte», añade Cardona.

Para celebrar el próspero camino de la vinoteca, Cardona descorcha un vino blanco de la bodega Clos d’Esgarracordes «ideal para la época del año en la que nos encontramos». Un vino con una variedad de uva «generosa, amable»; una referencia semidulce «muy fácil de beber y muy fresquito». Y para acompañarlo, queso: el producto estrella para maridarlo y una bandeja de bombones.

Que los vinos españoles están de moda es una realidad innegable, pero que la demanda de referencias valencianas está en auge es otra verdad evidente. «La Comunidad Valenciana es la zona que más incremento de producto hemos vivido», afirma Cardona.

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