Un viaje en el tiempo para descubrir los orígenes del Fondillón en Bodegas Monóvar

Mar Lafuente – foto y vídeo: Pedro R. Arias y Fernando Murad

En Alicante, en la carretera de Monóvar a Salinas y en medio de un espectacular paisaje que enamoraría a cualquiera, se encuentra Bodegas Monóvar. Es uno de esos lugares con magia, en los que se detiene el tiempo, donde viajas al pasado y disfrutas cada segundo del presente. Un espacio que atesora una joya enológica olvidada durante mucho tiempo, pero que con el esfuerzo, la pasión y la unión de la familia Miñano Gómez y la familia Poveda están volviendo a ponerla en el lugar que merece, en lo más alto. Hablamos de un tesoro alicantino que conquistó a numerosos personajes significativos de la historia y que ahora está reconstruyendo ese camino que se había visto truncado, el Fondillón. 

Eva Miñano, Directora de Marketing y Comunicación, y Rafael Poveda, Director de Desarrollo de Negocio, fueron los encargados de abrirnos las puertas de Bodegas Monóvar para empezar lo que fue una mañana llena de sensaciones, historia y tradición. 

Nada más poner un pie en el entorno natural que envuelve los viñedos y las modernas instalaciones de la bodega, llegó la primera sensación: un contraste entre el pasado y el presente, entre tradición y modernidad. Dos características que se han necesitado y se necesitan la una a la otra para que el proyecto del Fondillón prospere. Un contraste que más allá de lo visual, también quedó plasmado en las figuras de Eva Miñano y Rafael Poveda. Él como la figura de la tradición preservando el patrimonio vitivinícola que poseía la familia Poveda y ella representando el pilar fundamental que ha supuesto la familia Miñano Gómez para la recuperación del Fondillón.

La primera parada fue la sala de barricas, donde nos esperaba Luis Miñano, Presidente de MG Wines, quien nos dio la bienvenida a la que es la bodega más emblemática de su proyecto familiar. Aquí comenzó todo, en lo que el Presidente describió como ‘catedral de barricas’ y en la que el olor a madera vieja ya nos avisaba de nuestro viaje a los orígenes del Fondillón. Un producto que Luis Miñano sabía que existía, pero no descubrió lo que era de verdad y el trabajo que conllevaba hasta 2016. Fue en este año cuando conoció a la familia Poveda, se enamoró de este vino tan especial y, sobre todo, cuando tuvo la posibilidad de recuperar todo el Fondillón que habían ido almacenando durante décadas; ahora convertido en el Fondillón de la familia Miñano Gómez. 

La visita continuó en la Sacristía, o como define Rafael Poveda “esa pequeña bodega dentro de la gran bodega donde se guarda lo más importante”. Fue en este lugar tan especial donde el Director de Desarrollo de Negocio nos acercó a los orígenes de este vino y quien nos hizo viajar al pasado. El Fondillón se elabora desde tiempo inmemorial, Rafael concretó que “sus orígenes son antiquísimos, ya tenemos noticias en el siglo XV de la elaboración del Fondillón en la huerta de Alicante”. Esto lo convierte en uno de los vinos más antiguos de la Comunitat Valenciana. 

Descubriendo todos los rincones de la Sacristía llegamos a una parte muy especial para Rafael, la biblioteca de Bodegas Monóvar, la que él cree es que es la mejor biblioteca que hay de vino y gastronomía de toda la Comunitat Valenciana. Sin duda, si alguien sabe sobre Fondillón es Rafael Poveda. Su pasión por este producto le ha hecho empaparse de libros y referencias literarias que no dudó ni un segundo en relatar. Ya en los tiempos que Colón estaba volviendo de América se encuentran noticias sobre la calidad del Fondillón y las hectáreas de uva que había en la huerta alicantina. Continuó con historias divertidas e interesantes como la de Giacomo Casanova quien en su viaje a Valencia a final del siglo XVIII echó de menos el Fondillón en las tabernas valencianas. O también las noticias que recoge el Duc de San Simón cuando narra que el mismo día que falleció el Rey Sol pudo disfrutar de dos bizcochos con Fondillón. 

La última de las historias fue la de Azorín, muy presente aún en Bodegas Monóvar. El escritor nació en Monóvar, desde la misma bodega se puede ver a lo lejos lo que fue su casa durante años. Venía de una familia de productores de vinos y entre los muros de la actual bodega de la familia Miñano Gómez se encuentra uno de los toneles que perteneció a la familia de Azorín, de 1947. Cuando se cumplieron 50 años de la muerte del escritor, Luis Miñano decidió hacerle un homenaje convirtiendo en botellas de Fondillón el vino de 1968 que llevaba guardado en el tonel de la familia. Una botella muy especial con una etiqueta que simula un libro en la que viene explicada toda la historia y está anudada con un trozo de cuero rememorando los lomos de los libros antiguos que se encuentran en la Biblioteca Azorín. 

“El vino es centenario, es dulce sin empalagar, por su densidad empaña el cristal, huele a vieja caoba”, así describió el escritor de Monóvar el Fondillón. Una de las cosas que hace a este vino distinto al resto es su forma de elaborarlo. Para descubrirlo nos trasladamos hasta el espacio donde Salva Poveda, enólogo de Bodegas Monóvar, hace magia. “Lo fundamental para la elaboración y donde incidimos de una manera diferente al resto es en el momento de la recolección de la uva”, nos confirmó el enólogo. Otra de las peculiaridades es la vendimia, es muy tardía y manual. Salva Poveda nos afirmó que “la particularidad que tiene esta uva al venir es que esa ligera sobremaduración que obtenemos alargando mucho la vendimia es una concentración altísima de azúcar y del resto de componentes aromáticos, sabor y acidez, super importante”. 

Un vino elaborado exclusivamente con monastrell, que únicamente se puede realizar en Alicante y por ello amparado bajo la Denominación de Origen Protegida Alicante. Para el enólogo, “lo más importante del Fondillón respecto a los demás vinos generosos es que en ningún momento añadimos alcohol, es todo de su propia fermentación”. Y la elaboración acaba con algo que le hace diferente al resto, con una crianza oxidativa en los grandes toneles monoveros de roble en los que van a descansar un mínimo de 20 años. 

El viaje siguió sorprendiendo a nuestros paladares que nunca olvidarán un sabor tan especial. Un sabor que Rafael Poveda definió como “sofisticado” y que permite un maridaje muy amplio desde dulces, quesos azules, salazones o toda clase de viandas. Con dos copas de este vino Luis Miñano y Rafael Poveda mantuvieron una conversación en la que pusieron en valor el papel que han desempeñado ambas familias para poder conseguir llegar hasta donde están hoy y que acabó con un brindis “por el futuro del Fondillón”, porque aún queda mucho camino por recorrer. 

La tradición que envuelve al Fondillón es muy importante, pero también lo ha sido el trabajo de marketing y comunicación para que resurgiera y comenzase a posicionarse en el lugar que le corresponde y que estuvo hace unos siglos. Un trabajo que Eva Miñano ha llevado a cabo con mucho esfuerzo y pasión. Con ella volvimos al presente y nos habló sobre la filosofía que sigue el proyecto familiar, la cual han expresado en el concepto ‘Slow enology’. Este lo definen como “el arte de hacer el vino al ritmo que nos marca nuestra pasión”. El grupo MG Wines no entiende otra forma de trabajar que no sea esta. 

No hay otra bodega como esta, ni una cava de Fondillón igual. Una experiencia única y sustentada en el bien más valioso de las personas, en el tiempo. El tiempo es imprescindible para el Fondillón y nosotros viajamos al pasado y disfrutamos cada segundo del presente en Bodegas Monóvar, donde todo gira alrededor del tiempo.

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