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¿El vino va bien? Que no venga nadie y lo joda

Jaime Nicolau

La semana viene marcada, queramos o no, por las elecciones del 24 de Mayo. No voy a cansarles con ningún análisis de resultados, posibles pactos, etc. Creo que la cabeza les echará humo, como a cualquier mortal, con las combinaciones con las que les hemos acribillado los medios de comunicación. Pero sí quiero aprovechar para sacar a pasear la bandera del vino, antes de que a alguno de los recién llegados, y a alguno de los veteranos, se les vuelva a ocurrir ningunearlo.

Para empezar, el vino es uno de los motores de la economía española. No sólo por el volumen de facturación que representa, que también, sino por la cantidad de gente a la que ocupa, desde el agricultor al bodeguero, pasando por el equipo técnico, comercial…

Tiene por tanto todas las connotaciones para ser tratado como una auténtica joya de la corona y empezar a solventar problemas que han empujado a las firmas bodegueras a exportar prácticamente todo el producto: cuidar al agricultor para que perciba un precio justo por su trabajo; cuidar al bodeguero y facilitarle el trabajo para que pueda cumplir con ese primer punto; ver por qué el país con más producción no es capaz de mover el consumo interno o ayudar a que su cultura llegue al público joven, que está perdiendo a marchas forzadas el contacto con el mundo del vino. Todo esto contado así, no parece tener la transcendencia que tiene, pero créanme que es un motor muy importante para nuestra economía.

Nuestra experiencia en la zona del Levante español nos hace ver que al sector se le ha maltratado o ignorado durante años. Más bien esto último. En muchos casos por peleas ‘forzadas’ por enfrentamientos políticos que han querido aprovechar la ocasión para atizar al de enfrente. Lo cierto es que esa tendencia cambió –seguramente con muchos errores también en el equipaje y que también hay que tener en cuenta– en los últimos años. Desde la Conselleria de Agricultura de la Comunidad Valenciana han dado la impresión de recoger el guante del sector, algo en lo que ha tenido mucho que ver una directora general a la que más de uno va a echar de menos, siempre con su puerta abierta a todos, resolviendo miles de gestiones que no le tocaban. Gran trabajo Marta. Pero esto parece que ya es pasado. Ahora ha llegado la hora de otros. Algunos de ellos fueron muy críticos con su gestión con lo que ahora tienen ante sí la oportunidad de hacer todo lo que prometieron recorriendo las diferentes zonas productoras de la Comunidad. Ya no valen medias tintas. Ahora hay que ponerse delante del diamante del que presumían y sacarle brillo. Si no son capaces de hacerlo aquí estaremos para recordarles sus broncas y sus promesas porque no podemos dar un paso atrás ni para coger impulso. Para criticar como siempre hemos hecho y aplaudir cuando sea necesario.

El nuevo gobierno valenciano y el de otras Comunidades Autónomas tienen que ser conscientes del potencial del sector. Del potencial del turismo que se mueve alrededor de él y trabajar seriamente por el mismo.

Que el sector esté representado por alguien que lo conozca y, si puede ser, de consenso. No quiero cruzarme con ningún otro político/a de ningún partido que me diga que en la Comunidad Valenciana hay dos denominaciones de origen: Utiel-Requena y la Marina Alta. Tan grave como cierto, aunque me van a permitir que obvie el nombre. Como decía aquel, «para un día que sale el sol, que no venga nadie y lo joda».