Jamonico’s: Un cuchillo amenaza la Gran Vía

Jaime Nicolau

Tenían ganas de estrenarse en la plaza de Valencia. Nico y Dayana han convertido su taberna de Cullera del mismo nombre en un templo del jamón a cuchillo y quieren conquistar con esa fórmula una zona, la de la Gran Vía Marqués del Turia valenciana, que se está convirtiendo en un misterio sin resolver, con multitud de ofertas gastronómicas de nivel medio/bajo y constantes cambios de nombre de los negocios. Los que funcionan no hará falta que se los recordemos, son nombre que conocen bien.

Nicolás lleva toda la vida vinculado al sector de la hostelería. Sus padres han regentado un bar en El Brosquil de la localidad costera siempre. Salvador Gascón (Casa Salvador) es su tío. Lleva el negocio en las venas.

No es el primer intento de desembarcar en Valencia, antes lo intentó en Ruzafa, pero le tumbaron el proyecto en su fase final por el «overbooking» de licencias que vive ese barrio de la ciudad del Turia. Pero cuando se cierra una puerta se abre una ventana. En este caso en forma de local, al principio de Marqués del Turia, junto a la Plaza Cánovas. A Nico le encantó lo que vio. Tomó aire, se armó de su cuchillo, consultó a Dayana y se lanzaron a la aventura. Abrieron sus puertas el jueves con una inauguración sonada en la que perdieron la cuenta de las personas que se acercaron a conocerlos y amigos que no quisieron dejar pasar la ocasión de estar con ellos. Jamón, pinchos y cerveza, maridaron con música en directo y vinos de firmas como Mustiguillo, Nodus o Vegamar. 

Pero hoy la persiana vuelve a levantarse y lo hará a diario. El jamón cortado a cuchillo marca la personalidad de esta nueva apuesta. Duroc, cebo de Jabugo y bellota de Extremadura componen la alineación. Es su diferenciación pero Jamonico’s es más que eso.  La barra estará a diario repleta de pinchos espectaculares que, con una caña, cuestan 1,50. Van desde miniburguer de buey a la ventresca de atún, huevo y tomate… y así hasta casi una treintena. Para el que sea más de plato se puede apostar por el rabo de toro, o el codillo asado… o también entrar en el apasionante mundo de las latas gourmet, «laterío» para nuestros protagonistas.

Y así, con una notable oferta de vinos por copas como complemento, se escribe el prólogo de una historia que pinta muy bien. En la hostelería no hay término medio: o se conoce o se fracasa. Y Nico y Dayana son de los que conocen bien la profesión.

Llegan a una plaza nueva, con el cuchillo entre los dientes.

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