Vinos, mercados y territori: primero, los nuestros (I)

David Blay
Hay quien, a su pesar, no puede marcharse de vacaciones ni siquiera a 10 kilómetros de su ciudad. Pero, por contra, mucha otra gente paladea su urbe justo cuando menos gente transita por ella.

‘La gente huye de esta ciudad en agosto cuando más me gusta. No me muevo de aquí, no me quiero mover…’ Esto cantaban Los Lunes Que Quedan hace casi ya dos décadas, pero sigue vigente hoy más que nunca.

Suele ser tiempo el de asueto para visitar aquello que, por cercano, dejamos siempre para otro día. Esos lugares a los que traemos alegremente a los amigos cuando nos visitan como si formaran parte de nuestro quehacer diario, pero que en realidad apenas pisamos (si es que lo hacemos) durante todo el año.

Es por ello que hemos decidido transitar durante las próximas tres semanas por los puestos que en los Mercados de Valencia, Alicante y Castellón sirven vino a los visitantes. Y comenzaremos por aquellos que se han especializado en dar cabida a los caldos plantados, pisados, fermentados y cultivados en nuestra región.

Valencia cuenta en el Mercat Central con numerosas paradas donde poder encontrar la mayoría de las joyas que sirven los restaurantes de la zona (y otras que apenas pueden verse en las cartas). Pero si tiene algo especial son los lugares en los que lo tradicional sigue estando presente. A precios casi inimaginables para estos tiempos. Y con un saber hacer heredado de generaciones.

Sandra regenta el stand de la Cooperativa de Altura, donde si bien algunas etiquetas conocidas esperan más al turista que al autóctono, ofrece un producto que quizá con la vuelta de miras a los orígenes comience a interesar a un nuevo público.

Porque la media de edad de compradores supera los 50 años, pero lo que ofrece seguramente se haga atractivo para bolsillos y gustos jóvenes. Caldos embotellados de las cooperativas de Villar del Arzobispo y Cheste, con crianzas por menos de cuatro euros, una sangría que no necesita ningún añadido o un espumoso semidulce para cualquier comida fresca estival.

Un poco más al norte, en el Mercado Central de Castelló, desde hace 13 años Dori atiende en el mostrador de Soldesierra, un oasis de productos gourmet dedicados únicamente a la tierra circundante y donde la comida convive, obviamente, con la bebida que suele acompañarla.

Apenas siete u ocho referencias son las que han decidido ofrecer tanto a foráneos como a autóctonos, en su gran mayoría circunscritos a la provincia. Algo que se ha demostrado muy útil en los últimos meses, donde asegura que el consumo se ha elevado y se ha acompañado de productos como aceites.

Benlloch y Vilafamés son los dos reductos más visitados por los paladares castellonenses, con especial salida para el Magnanimus, rey absoluto de las ventas en el año 2020.

Y a su altura, pero un par de centenares de kilómetros más hacia el sur, un surtido de vinos ecológicos toma forma en Ultramarinos 79, en el Mercado Central de Alicante. 

Viogniers blancos naturales propios, garnachas tintas en tinaja para llevarse a granel, vermuts que llevan elaborándose desde el siglo XIX y mistela casera en botellas personalizadas son algunas de las joyas que encontrarán quienes se acerquen a conversar con Paca, que desde hace dos años asesora a los (muchos) clientes que ha ido ganando incluso tras el confinamiento.

Y la semana que viene, ruta por los mercados en busca de joyas nacionales…

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