Bodegas del Valle: el día que dos emprendedores soñaron con los ojos abiertos

10 June, 2022

Pepelu González

En la recóndita aldea de Los Cojos, de apenas 80 habitantes, encontramos un pequeño rincón donde el amor por el vino perdura generación tras generación. Una pasión transformada en el matrimonio entre Ricardo del Valle y Mireia Vera. Dos enólogos que tras cruzar sus caminos en la Escuela de Enología de Requena, forjaron su amor rodeados de viñedos y, por supuesto, de buen vino.

Vista aérea de la aldea de Los Cojos, en Requena. Lugar donde se encuentra Bodegas del Valle.

En un enclave idílico, a unos pocos kilómetros de Requena y rozando con los pámpanos de sus cepas las Hoces del Cabriel, se sitúa Bodegas del Valle. Un lugar en el que la tradición y la cultura del vino se respira en cada rincón de la pequeña y atípica bodega. Lejos de las grandes marcas aparece la pasión que Ricardo y Mireia procesan a cada una de sus modestas parcelas. Unos terrenos en los que florecen diversas variedades de uva, como la autóctona Bobal, Tempranillo, Garnacha o Macabeo. Su filosofía se basa en la mínima intervención y, por supuesto, en el arduo trabajo a mano. Una tarea que dificulta el aumento de la producción, elaborando aproximadamente 7.000 botellas anuales.

Ricardo y Mireia ríen en los sótanos de Bodegas del Valle junto a uno de sus tintos.

La bodega, restaurada integra y manualmente por el propio Ricardo, se trata de un edificio en el que su bisabuelo comenzó a elaborar vinos en 1941. Es por ello que en su interior se pueden encontrar antiguas herramientas para cultivar los campos. Sorprende un antiguo carro que, en la actualidad, continúa realizando sus labores de transporte de las uvas en las épocas de vendimia. Además de todos los aperos que pueden divisarse colgados de sus paredes, cuentan con otro atractivo, su Land Rover Defender. Un vehículo imprescindible para llegar sin dificultad a las escarpadas parcelas en las que se encuentran los viñedos y que, según Mireia, enamora a todos los turistas que visitan las instalaciones de Bodegas del Valle.

Mireia y Ricardo observan, alegres, cómo van creciendo los pámpanos de sus cepas.

El enoturismo también es parte esencial de la vida de la bodega. Tras la pandemia, curiosos de la provincia de Valencia comenzaron a realizar planes en el interior de la Comunitat, llegando a esta pequeña aldea de Requena y descubriendo los vinos que florecen en las pocas barricas de roble que se encuentran entre las paredes de Bodegas del Valle. En la actualidad, las experiencias que desde aquí se ofrecen comienzan a traspasar las fronteras nacionales, haciéndose eco en países como Holanda, enamorando a través del paladar a todos esos neerlandeses que degustan y saborean los productos elaborados.

Mireia, encargada de organizar los eventos y las visitas a la bodega, afirma que el plan más exitoso de la bodega consiste en un almuerzo en uno de sus viñedos. Aquí, además de conocer las características de los campos en los que florecen sus uvas, se pueden catar una serie de productos típicos de la zona y, por supuesto, maridarlos con sus mejores vinos. Una experiencia que, debido a la rotunda aceptación, ha comenzado a realizarse, también, a la hora de la puesta del sol, con el objetivo de presenciar un atardecer único en la naturaleza, acompañándolo de vinos nacidos en esos mismos suelos escarpados.

Vista aérea de una de las parcelas de Bodegas del Valle.

Bodegas del Valle, en definitiva, basa su filosofía en la calidad por encima de la cantidad. Un proyecto de exclusividad familiar en el que el amor por el campo, la naturaleza y el vino armonizan el día a día de Ricardo y Mireia.