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Arturo

 

José Antonio López
Cada vez que paso por ese templo del saber hacer que es Aquarium necesito entrar a saludar al equipo que también son amigos. Impecables en su presentación, haga calor tórrido o frío polar, generosos en su atención al cliente. Son muchos años y más la admiración. Creo que la Gran Vía no sería lo mismo sin ese camarote que te lleva a realizar las mejores travesías tanto gastronómicas como cocteleras.

Y está Arturo al pie del cañón. El saludo magnífico y una sonrisa que te invita a la conversación y a ser uno más dentro de la maravilla intemporal de Aquarium.

Y hablamos de su vida, la cual es imposible plasmar en tan poco espacio. Y la de sus compañeros. Y recordamos viejos tiempos no tan lejanos donde la coctelería fue elevada a los altares de la mano de estos profesionales.

Y Arturo corre la barra con su sonrisa, poniendo una cerveza aquí y un martini acullá. Y se sorprende porque guardo silencio de admiración al ver cómo cuidan los pequeños detalles.

Medio tercio en el vaso y el resto, en el hielo, para que no se caliente. La copa de martini, la adecuada y enfriada anteriormente, el tentempié elegido para cada consumición.

Y le pido que me cuente anécdotas de las grandes personas que han ido, van e irán a disfrutar de su trabajo y Arturo te sonríe y guarda silencio porque aprendió, con los años, que uno es responsable de sus palabras y de sus silencios.

No suelta prenda de cómo hace sus combinados y mucho menos las tapas y platos que tanta fama le han dado.

Gracias a su trabajo, Aquarium está lleno, pero este profesional “está presente” contigo como si fueras el único y más importante cliente de su casa, que, sin duda, es la tuya.

Nos queda mucho por recorrer, amigo. Y con la amistad disfrutar de tu enorme profesionalidad, respeto y amor por lo que haces.

Espero compartir con el AMIGO ENTRAÑABLE momentos para poder contarlos y disfrutarlos.

Es Arturo y con él, todo el equipo de Aquarium. En la Gran Vía. Donde siempre.