Baltasar: Viaje a la alta gastronomía rural

Jaime Nicolau
Serpentea la carretera en curvas vertiginosas. Ora Valencia, ora Cuenca y, a pocos kilómetros Teruel. En un mundo casi sin fronteras las señales nos van recordando el cambio de provincia, e incluso de Comunidad. Viajamos hacia un rincón en el que se dan la mano las provincias de Valencia, Cuenca y Teruel. Destino Aliaguilla, aunque empezaremos el viaje por el principio.

Saben que procuramos ofrecerles viajes reales, tangibles y llenos de experiencias inolvidables. Incluso a nosotros se nos abre el apetito viajero leyendo el Territorio Engasa de Rubén López. Así que hoy la primera parada de esta matinal de caluroso domingo de octubre es Requena. Su avenida del Arrabal, su casco de la Villa, su bollo, su embutido, su castillo, sus cuevas... Hacemos algo de compra en Emilia, en plena cuesta del Castillo hacia la Villa. Un espectacular templo para carnívoros. Trato amable y exquisito.

Vuelta al coche. Viajamos hasta Utiel y en su entrada tomamos dirección Teruel. No es el camino que todos los valencianos elegirían para ir a la ciudad de los amantes, pero este trayecto es muy recomendable. Buscamos hoy Baltasar, Restaurante y Casa Rural del que hablan y no paran amigos bodegueros de la zona de Utiel-Requena y Manchuela. Pasamos por otro templo, Mustiguillo, la cuna de los excelentes vinos de Toni Sarrión. Hoy no paramos, se hace raro y la tentación no falta.

Pero seguimos hacia Sinarcas. El navegador intenta llevarnos por La Torre hacia Aliaguilla pero nosotros hemos quedado con José Luis Salón, de Bodegas Pasiego en la localidad en la que acaba la Comunidad Valenciana. La visita a Pasiego siempre es recomendable. José es de esas personas que contagia calma, sosiego y carga de sentido común todo lo que hace o dice. Probar Aurum, Pasiego de Autor o su Julieta es un privilegio. Este último merece mención especial. Lo han vuelto a hacer y no es fácil, pues es un vino dulce de uva botritizada artificialmente, esto es, reproduciendo las condiciones en las que se produce la botritis.

Tomamos camino a Aliaguilla, con destino Baltasar. Hoy disfrutaremos del Restaurante aunque se trata de un Alojamiento Rural precioso, coqueto y muy bien cuidado, con una excelente oferta gastronómica.

Llama la atención la belleza de la casa desde la puerta. Aliaguilla es un pueblo pequeño y no acostumbra este nivel gastronómico y estético en núcleos de este tamaño. Nos atienden con una amabilidad que te hace sentir cómodo desde el minuto cero. Dos estancias en las que se reparten una docena de mesas es todo lo que hay, pero cada detalle está cuidado con el mimo de un hogar. Empieza un desfile de platos que firmaría un aspirante a las grandes condecoraciones gastronómicas. Arrancamos con un aperitivo de la casa. Salmón marinado con aguacate, tomates cherry encurtidos y crema de marisco.

Empezamos con foie con queso de cabra caramelizado y mermelada de manzana verde. Para seguir unas croquetas de jamón y berenjena, a las que se le inyecta una ampolla de caldo que las hace realmente jugosas. Y basta, porque si no uno no puede con lo que viene. Tres comensales, tres platos: cochinillo al horno, chuletas de lechal (hasta 8 piezas) y cordero deshuesado al horno. De postre: torrija sobre base de natilla y helado.

25/28 euros por persona es la media de un restaurante excepcional, con una atención en sala elegante y muy profesional. Da gusto encontrarse tesoros así en el medio rural y una enorme satisfacción que sean capaces de hacer peregrinar a miles de fieles al año. Me declaro uno más. Y a esta primera visita seguirán más. El hotel lo dejamos para otra entrega.

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