Javi Revert: el ‘fontí’ que hace grandes vinos con las viñas de su bisabuelo

Jaime Nicolau

Es un juego de palabras, a la vez que una realidad. Javi Revert tuvo un sueño: emprender un proyecto personal en las viñas de su abuelo en las que jugaba cuando era un niño. Siente por la figura de su abuelo una admiración que emociona. La misma emoción que pone a su pasión por la viticultura, por las viñas, por esas mágicas terrazas a los pies de su «Penya Foradà», por hacer vinos francos y sinceros con la viticultura como parte fundamental de su filosofía. «Todo empieza a principios de 2014 cuando una viña plantada por mi bisabuelo se cruza en el camino. Buscábamos viñas viejas de variedades blancas y mi abuelo nos habló de esta parcela», nos explicaba Javi en una entrevista. Y a partir de ahí comienza a dibujarse el sueño. A partir de ella se descubre una zona situada en la parte más occidental del término de la Font de la Figuera. Una zona agreste de vírgenes paisajes de suelos blancos, casi albarizas, en altitudes entre los 700 y los 800 metros. Una zona donde la viña convive con olivos y almendros, donde confluye el bosque mediterráneo con el duro invierno castellano-manchego. Así comienza a ilusionarse «con plantar viñedo en los lugares donde me hubiera gustado encontrarlo. Porque tan importante es localizar esas viñas viejas  de variedades locales, como plantar en zonas especiales», señala Revert.

Sus dos abuelos son viticultores. Ambos estudiaron en Requena. De ahí le viene una pasión que hizo que estudiara agrónomos en la Universidad Politécnica. De ahí a hacer las prácticas en Celler del Roure, que terminaron en una etapa de unos cuantos años que recuerda con cariño. Hasta que el sueño que le rondaba la cabeza pudo hacerse realidad.

El sueño se localiza más allá de su querida La Font de la Figuera. Allá donde el camino de tierra comienza a estrecharse y la sombra de los árboles es mayor. Allá donde se extiende un valle en el que el ser humano siempre encontró refugio, atraído por ese bosque mediterráneo que se muestra exultante y en el que la Penya Foradà ha servido de brújula para quienes transitan la comarca.

Es en ese rincón y con estos mimbres, donde el enólogo valenciano ha fraguado un proyecto de vida. Es en esas viñas en las que ha encontrado la comodidad. Es ahí donde las viñas son capaces de expresar una tipicidad excepcional. Es ahí donde las manos de un enólogo de enorme formación ha encontrado la manera de transmitir todo lo que lleva dentro. Huye de modas. De fichas de cata estándar. De establecer corsés que limiten su capacidad creativa.

Es una historia que se escribe a golpe de grandes vinos. Esos a los que la crítica internacional ha encumbrado. Esos que son diferentes y son capaces de emocionar. El abanico de colores para dibujar el excepcional Micalet es un reóker de variedades blancas autóctonas: Tortosí, Trepadell, Malvasía, Merseguera y Verdil. En tintos encontramos Sensal, la interpretación que hace Javi del vi de poble que se ha bebido toda la vida en La Font de la Figuera. La obra maestra es Simeta, un tinto de viñas viejas de la autóctona Arcos, que ha catapultado a Javi Revert entre los grandes del mundo del vino español desde la primera añada. Y lo que es más importante, manteniendo ese excepcional nivel en todas las cosechas embotelladas.

Javi Revert es uno de los enólogos que marcan el presente del vino valenciano. Es miembro de ese puñado de enólogos que mira, como dice Rafa Cambra, más a la viña. Pero también es uno de esos viticultores que garantizan larga vida a los vinos mediterráneos.

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