Los grandes vinos de altura de la pelirroja rebelde

Jaime Nicolau / Fotos: Fernando Murad-Rubén López
Confinada en su fortaleza en tiempos en los que debiera estar completando su sexta vuelta al mundo, vive con el optimismo por bandera Rosalía Molina. Esta pelirroja rebelde natural de Requena ha establecido desde su refugio en Landete, Manchuela, un proyecto atrevido y muy bien fundamentado, que está calando hondo en el panorama vinícola nacional e internacional.

El confinamiento le pilló «afortunadamente en Landete» donde se asienta el reino de Altolandon, a 1100 metros de altitud (no olviden este matiz porque lo marca todo), «con toda la familia». Su marido es la otra mitad del proyecto, y entre ambos han aprovechado este tiempo para preparar la bodega y el campo para afrontar con garantías la vendimia. «Vivimos en Requena, y los desplazamientos entre comunidades con el estado de alarma hubieran sido complicados. Y lo que hemos hecho es aprovechar para adelantar una época del año en la que siempre vamos desbordados preparando la bodega y el campo para la vendimia». Ha visto caer los pedidos de sus distribuidores españoles y los internacionales enfocados a la hostelería, pero afortunadamente también vislumbra una reactivación en esos pedidos foráneos. Es optimista por naturaleza y se muestra esperanzada con el atisbo de esos brotes verdes.

Lo transmite desde la calma, sabedora de que cada año el periodo que va de febrero a junio es una verdadera locura para ella. Durante esos meses completa hasta seis veces la vuelta al mundo, de feria en feria, de cata en cata, en una ‘gira’ al más puro estilo de las divas del pop por todos los países en los que están presentes. Este año no ha podido ser, a cambio ha disfrutado de los suyos y estos de ella.

La altitud de sus viñedos marca todo el proyecto. Los 1100 metros sobre el nivel del mar otorgan un carácter muy especial a los vinos que elaboran con cepas viejas de bobal y garnacha. Pero también a la syrah, tempranillo, merlot, cabernet sauvignon y, de manera particular, a su maravillosa malbec. Recuerda cuando Altolandon todavía era un proyecto y buscaron asesoramiento en un vivero francés tras un profundo estudio de suelos. Aquel técnico les habló de lo bien que se comportarían ciertas variedades tintas en esa altitud y esos suelos, pero les habló de manera singular de la malbec. Le hicieron caso y hoy firman con esa variedad, sola o en coupage, alguno de los vinos más especiales de España. Obviamente con permiso de sus excepcionales bobales o garnacha de viñas viejas, tocados por también por la varita mágica de esta atrevida enóloga. En los blancos, viognier, chardonnay, garnacha blanca… pero en especial la moscatel de grano menudo, dan como resultado unos vinos de enorme acidez y frescura.

Referencias como Altolandon Blanco o Doña Leo, en blancos, o L’Ame, Rayuelo, Irrepetible o By Rosalía en tintos, ya han calado entre la crítica y consumidores de importantes mercados en el mundo. Pero Rosalía es inquieta, y prueba de ello son algunas licencias espectaculares como Dulce de Enero, un auténtico Vino de Hielo para el que se vendimia en enero a ocho grados bajo cero. Un vino de reyes en toda regla, en el que todo el azúcar es natural, como los que se elaboran en Canadá o Alemania. «Es un vino que sorprende y yo recomiendo probarlo con quesos fuertes porque el contraste es brutal».

Y así, mordiéndose las uñas de ganas por arrancar con fuerza, vive estos días Rosalía Molina en Altolandon. El reino de los vinos de altura de la pelirroja rebelde.

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