Déjate seducir por el mundo del vino
Déjate seducir por el mundo del vino
6 August, 2024
Las bodegas están cargadas de vino, enfrentándose a un problema sin solución a corto plazo: el cambio en el patrón de consumo. No solo eso: el futuro a medio plazo parece marcado por una reducción del consumo global
Luca Bernasconi
Por fin llovió algo y los niños levantinos se quedaron encandilados al ver el cielo lagrimar, milagro que existía solo en los cuentos de sus abuelos. Sin embargo, mientras en la mitad noroeste de la península casi se ahogan, en nuestra zona estamos muy por debajo de alcanzar ese nivel de reservas acuíferas que nos permita sobrevivir al enésimo previsiblemente tórrido verano. Al vigneron poco le ha aguantado la sonrisa en el rostro castigado por el sol, porque los efectos paroxísticos del cambio climático volvieron a hacer estragos en el mes de abril, con heladas perniciosas que han producido efectos devastadores en las plantas ya revolucionadas debido al insólito calor de marzo.
Lo sorprendente es que, comentando la desgracia con un productor riojano, este anhelaba sufrir la helada para poder cobrar del seguro. La razón es sencilla: en Rioja (como en muchas otras regiones) las bodegas están cargadas de vino, enfrentándose a un problema sin solución a corto plazo. Tras recuperar una extensión de viñedo parecida a la existente a finales del siglo XIX, antes de la filoxera, ahora parece que uno de los remedios pasa por el arranque, tal como empezaron a ejecutar los franceses en Burdeos.
El quid de la cuestión es el cambio en el patrón de consumo. La generación del almuerzo con vino de un euro y gaseosa está jubilándose y el médico le está cambiando la copa de vino por la pastilla de la tensión (infinitamente más rentable). Ya hemos lamentado en estas páginas las paupérrimas cifras de consumo per cápita en España, datos encima falsificados por la masiva presencia de turistas sedientos de sangría y tinto de verano. Tampoco veo luces esperanzadoras en las costumbres de los jóvenes, que siguen prefiriendo la cerveza o los destilados mezclados con bebidas energéticas antes del disfrute de una botella del néctar de Baco. Hace poco casi me emocioné al ver un wine bar en Milán repleto de veinteañeros bebiendo vino a borbotones (en su mayoría con burbuja, dicho sea de paso) y sin necesidad de acompañarlo con más comida que un trozo de focaccia o una punta de queso. En España, en los sitios de este estilo, te reciben hablándote en inglés.
El vino blanco va ganando terreno y cuotas de mercado, al punto que la frase «el mejor blanco es un tinto» pertenece a la hemeroteca del magnate del ladrillo precrisis financiera. La burbuja es otra apuesta ganadora, tanto en su versión tradicional como en el recuperado método ancestral (solución muchas veces invocada para disfrutar del apacible clima levantino), mientras desconfío totalmente de los esperpénticos inventos tipo vino ’00’, burdas imitaciones del mundo cervecero.
El futuro, a medio plazo, parece marcado por una reducción del consumo global, empujado por la campaña puritano-sanitaria orquestada por los innombrables de costumbre que mis cinco lectores conocen de sobra. Los perjudicados van a ser los grandes grupos industriales, dedicados a la producción de millones de botellas baratas, pero creo que va a ser penalizado también cierto intrusismo en el sector, donde parece que para ser vigneron es suficiente poseer una hectárea de viñedo y conocer a un buen diseñador gráfico (cada referencia a mi persona es puramente casual). Menos cantidad y vino de más calidad a mayor precio; tal vez sea una solución poco democrática pero, desde luego, beneficiaría a los agricultores y elaboradores concienzudos y talentosos, destinados a enfrentarse a condiciones climatológicas cada vez más adversas. De hecho, si a nivel global una cosecha pobre en 2024 serviría para regular parcialmente el mercado, miedo me dan las olas de calor y las granizadas que acechan la próxima vendimia de esos viticultores que consiguen elaborar vino de calidad y venderlo en pocos meses. La cita es para septiembre.
Salut!
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