Senia: los vinos francos de un soñador en tiempos revueltos

Jaime Nicolau
Senia es la noria que luce impasible en el tiempo salpicando las explotaciones agrícolas. Senia es la bandeja multicolor utilizada por los los árabes para servir el té. Senia es la figura más notable de una Muixeranga, conjunto de danzas y torres humanas originarias de la Comunitat Valenciana. Senia es una variedad de arroz que se cultiva en l’Albufera. Y Senia es el pórtico de entrada a una pequeña parcela agrícola. A partir de hoy Senia es también el nombre de una saga de vinos que representa todo eso: una metáfora de la suma de cosas y el trabajo en equipo. Si hacemos un compendio de todo lo comentado, le añadimos el sueño de un romántico de hacer vino de apenas un puñado de viñas de dos parcelas que le enamoraron por interesantes, y el respeto absoluto por todo lo que ello supone que Juan Cascant imprime a su proyecto personal de Celler del Minifundi, el resultado son dos nuevos vinos: Senia Negre i Senia Blanc.

Juan Cascant es una de esas personas que un día decidieron ir de frente y que nada ni nadie les encorsetase. Un transgresor y un romántico en tiempos revueltos. Pasea feliz por sus “micro viñas”, un proyecto que él acuñó y que sigue defiendo cada día. Se detiene frente a ellas y las escucha. Ni siquiera les habla. Interpreta lo que le dicen desde el respeto, porque esas viñas llevan en ese territorio mucho más tiempo que él. Y eso ya merece admiración. Cree en la mínima intervención. En que un vino tiene que representar su origen y cuanto más exacto sea éste, más valor dará al territorio, en este caso la viña de l’Alcosser en Muro d’Alcoi, junto al río Serpis.

Senia Negre es un vino que proviene de dos medios campos de Garnacha Tintorera. “Es un vino muy sincero de lo que es el campo. Saludable y divertido. Con la contundencia de la montaña pero también con una acidez extraordinaria”, explica Cascant. Elabora de este vino un total de 2500 botellas en esta primera añada, que el año próximo serán 4000.

Senia Blanc rinde homenaje a la Malvasía, una casta autóctona, casi desaparecida cuando era una de las reinas blancas en comarcas como la Vall d’Albaida o El Comtat. Y es que Juan Cascant, junto a un grupo de microviñeros y microviñeras, empezó a hurgar en las que les rodeaban, en busca de la esencia, de la tradición. Así se encontraron de frente con la malvasía. La respetó pensando que ella llevaba en aquel paraje mucho más tiempo que él. Y comenzó con un trabajo de plantación de un puñado de viñas con un clon ancestral en la comarca. Hoy esas cepas, con seis años, han dado la primera añada de este vino. “Es un vino hecho para disfrutar. Hemos hecho lo que viña nos ha dicho. Elaborándola como hubieran hecho hace 200 años. Tomando las decisiones escuchando lo que el campo nos decía”, explica Cascant. 400 botellas es el resultado de esta primera vinificación.

Y todo rindiendo continua pleitesía a ese trabajo de la suma de esfuerzos y el trabajo en equipo que supone su nombre. Desde “els poals” de la noria hasta el último miembro de la colla de Muixeranga. Desde el suelo de esa parcela que se asoma al Serpis hasta la etiqueta en la que Cascant, artista multicisplinar, se atreve a llevar esa puerta de entrada a su parcela agrícola a una acuarela.

Senia es tradición y esfuerzo, pero también respeto absoluto a la madre naturaleza. Al ciclo vegetativo de la viña que sólo recibe mimos, con la mínima intervención posible del hombre. A cómo hacían las cosas nuestros ancestros antes de que la mano del ser humano rompiese el encanto del medio natural. Ahora que todavía es posible, intervengamos lo justo.

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