Parker did it again

Luca Bernasconi

Luis Gutiérrez, crítico de The Wine Advocate, otorgó numerosos puntos Parker a la Comunitat Valenciana, pero lo más importante de su labor es la capacidad de descubrir proyectos nuevos y de respetar los consagrados que siguen por la senda de la excelencia.

El campo está seco, en Cataluña están pasando por la peor sequía que la memoria humana recuerde, pero por lo menos llueven puntos Parker por la Comunitat Valenciana, tal como resaltó el amigo Jaime Nicolau, director de 5barricas, en su artículo sobre las puntuaciones que Luis Gutiérrez, crítico de The Wine Advocate (la influyente revista fundada por Robert Parker Jr), otorgó a principio de año a las bodegas del sureste español, concepto geográfico que aúna bodegas de la Comunitat Valenciana, Murcia, Manchuela y las Islas Baleares.

Estos puntos, aparte de alentar el orgullo, son herramientas importantes de venta. Evidentemente, la clasificación suscita más debates y envidias que las estrellas Michelin. Me parece una perogrullada volver a discernir sobre las filias o las fobias de un crítico que, como explica la etimología de la palabra, ejerce su «criterio» a la hora de evaluar proyectos y vinos. Al mismo tiempo, me parecen facciosos los comentarios de los excluidos sobre la profesionalidad o la ecuanimidad de Luis, pero ya sabemos lo peligrosos y deleznables que pueden llegar a ser los celos. 

Independientemente de los puntos, de si el Simeta de Javi Revert es mejor o peor que el Ponce, etc., lo importante de la labor de Luis Gutiérrez creo que es la capacidad de descubrir y ensalzar proyectos nuevos y jóvenes, respetando o defendiendo los consagrados que siguen por la senda de la excelencia, aunque es cierto que cada año se le escapa algo al vigilante ojo de Mordor (como en el caso del prometedor trabajo de Joan Gómez de Setvins).

Si alguien se toma las molestias de leer el artículo dedicado a la Comunitat Valenciana, se dará cuenta que, independientemente de los 95, 96 o 99 puntos, se ofrece al lector una visión detallada de la región, de las añadas y se le da mucho espacio a los nuevos elaboradores. Bodegas como Can Leandro, Cerrón, Dussart-Pedrón, Fil·loxera y Cía comparten protagonismo con los veteranos afirmados de la altura de Rafa Cambra, Celler del Roure, Mustiguillo… Creo que no hay bodegas emergentes en la península que no encuentren en Luis un defensor y un altavoz excepcional de cara al público extranjero en general y yanki en concreto. 

A resaltar su valentía a la hora de conceder la codiciada excelencia de los cien puntos, que premiaron bodegas de referencia en la zona como Casa Castillo, al mismo tiempo que ensalzaron la labor de elaboradores con menos trayectoria en áreas otrora abandonadas o denostadas como en el caso de Comando G en Gredos o Envínate en Tenerife.

Otro cantar es la homogeneidad de criterio, y sobre todo de puntuación, en una guía que, como cada publicación, se debe principalmente, si no únicamente, a su lector o subscriptor. El aficionado de Borgoña o Italia se ve un poco desorientado por los 95 y más puntos repartidos en España con mucha más facilidad o generosidad, y esto a la larga, puede dañar el prestigio de la revista. Convendría unificar, por lo menos, los puntos según parámetros unívocos y objetivos, como los años de trayectoria, el precio, el prestigio y así siguiendo, para evitar que un joven viticultor de la Sierra de Salamanca pueda presumir de la misma puntuación que Comtes Lafon, Cheval Blanc o Burlotto.

Pero me reafirmo en lo antes expuesto y me confieso un incondicional de Luis Gutiérrez, incluso cuando discrepo de su gusto, como en el caso de mi querido Enric Soler (otro viticultor muy afectado por la sequía) que no se ve reconocido por la guía como uno de los mejores elaboradores de vino blanco a nivel nacional. Pero ya sabemos que cuando la meseta evalúa Cataluña, el fútbol o la política pueden entorpecer el pensamiento…

Salut!

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