La DO Valencia y Els Alforins dibujan un nuevo “Mediterráneo” con letras de uvas “olvidadas”

Jaime Nicolau

“El futuro es este, o no lo hay”. Así de contundente se ha mostrado Salvador Manjón, presidente de la DOP Valencia, para poner en valor la apuesta que las bodegas de Ontinyent, Moixent, Fontanars y La Font de la Figuera están haciendo por las variedades autóctonas, algunas de ellas casi “olvidadas” hasta hace muy poco. Es el camino de la tipicidad, de lo que nos diferencia en un mundo tan globalizado como es el del vino. Es añadir valor a lo que se embotella, al territorio, al paisaje, a sus gentes y a sus tradiciones. Y el foro, un excepcional evento organizado por la DO Valencia en Casa Los Frailes, con los puntos Parker como excusa, para mostrar 63 vinos por encima de los 90 puntos en la última publicación de The Wine Advocate. Algo para presumir y al alcance de pocas zonas productoras. “Estamos muy orgullosos, a la vez que convencidos de que esta viticultura es la garantía del futuro”. Dio la bienvenida junto a Manjón el anfitrión, Miguel Velázquez, 13ª generación junto a su hermana María José de Casa Los Frailes. Miguel desgranó el territorio y el papel que en su preservación juega la asociación Terres dels Alforins. Un relato bello, en el que llevan años dejándose la voz, y que ha empezado a calar a golpe de mucho respeto al territorio, a sus parajes, su cultura y sus tradiciones. Un relato escrito al más puro estilo de “La Sociedad de las Nieves”, compartiendo creencias y trabajando en común por unos valores “sagrados” para todos ellos. Es por eso que Miguel Velázquez quiso agradecer la generosidad en esta “misión” de un personaje como Pablo Calatayud, que con sus vinos Les Alcusses y Maduresa abrió las puertas del universo Parker a este mágico rincón de la provincia de Valencia allá por el principio de este siglo XXI.

Y fueron desfilando los proyectos a golpe de vino. Cada bodega eligió uno, aunque después se podían catar el resto. Desde la DOP dibujaron un recorrido que entraba por la Vall d’Albaida. La primera parada, Can Leandro, bodega familiar de Ontinyent. Gabriel Sanchis fue el encargado de contar como él y su hermano Alberto soñaron con recuperar un patrimonio de la familia durante décadas que, en una increíble paradoja, ellos mismos ayudaron a su abuelo a arrancar. “La sensación emocional era que un día volveríamos a recuperar esa tradición de nuestra familia y la zona”. Y así empezaron, con apenas dos hectáreas con el sueño de “embotellar el paisaje de Ontinyent y especialmente sus montañas”. El vino elegido para la cata Panxut, un monovarietal de Bonicaire, una de las uvas a tener muy en cuenta. “Es el vino que nos hizo cambiar el chip. Es el vino que nos ha hecho entender como transmitir Ontinyent”. Este vino ha recibido un 92+ de Parker, siendo Alt de les Flors con 94 el mejor puntuado.

Siguiendo por esa puerta de entrada a un paraje mágico, tomó el relevo El Angosto. Su enólogo, Juanjo Díez recorrió la historia de una firma que arrancó en 1905 con Viveros Cambra. 100 años después nació El Angosto, fruto de esa enorme experiencia en viñas y variedades. En 2008 inician con la Conselleria un programa de recuperación de variedades autóctonas casi desaparecidas. Y es en 2018, cuando El Angosto apuesta sin vacilar por variedades como la Forcallà, Bonicaire, Arcos, Marevia Agria o Tortosí. El vino elegido para la cata, Teuladí Negre, de Arcos y Forcallà, que ha obtenido 90 puntos Parker.

Y nos vamos ahora hasta Les Alcusses. Allí habitan las viñas de Celler del Roure. Tomó la palabra Pablo Calatayud, que como siempre construyó un relato vibrante que comenzaba, enorme detalle, rindiendo homenaje a Dani Belda, el primer gran abanderado de los vinos embotellados de estas tierras. “Hemos aprendido a tener una mirada respetuosa a nuestra historia”, arrancaba Pablo. “Hemos pasado de ser los campeones del mundo del vino a granel a demostrar que podemos hacer vinos de mucha calidad”, continuaba. “El camino pasa por recuperar el mapa varietal de la zona de hace 100 años y es un camino que hay que recorrer. Estoy convencido de que estos vinos que hoy tenemos delante respetan las variedades históricas y escriben un nuevo Mediterráneo”, reflexionaba el viticultor moixentí. El vino elegido para la cata fue Parotet, con 95 puntos Parker, con la Arcos tomando la palabra, con permiso de la Mandó, también recuperada por Celler del Roure. El eterno Maduresa también ha recibido 95 puntos.

Y de Moixent a Fontanars. Primera parada, Rafa Cambra. El enólogo valenciano habló de los diferentes suelos de esta zona como perfecto conocedor del terreno que pisa a diario. Puso en valor que muchas de las variedades autóctonas que ahora están trabajando fueron capaces de superar la filoxera. Rafa repasó los inicios de la bodega en Ontinyent a principios de siglo. Desde allí se trasladaron a Fontanars en 2008. Y desde 2020 él y su mujer Elena Arpón habitan felices en Casa Colau, una tradicional Heretat de las decenas que salpican el territorio. “Estoy convencido de que los vinos que se hacían en estas fincas hace 100 años serían muy parecidos a los que ahora estamos haciendo”, señaló Cambra. El vino elegido, la Forcallà de Antonia, un elegante tinto que ha obtenido 94 puntos Parker por los 95 de Casalabor y Casa Sosegada.

Corrió turno hasta Fil.loxera & Cia. Tomaron la palabra José Ramón Doménech y Pilar Esteve para dar rienda suelta a la creatividad de esta bodega de garaje. “Nacimos con el objetivo de hacer vinos que nos gustasen, con variedades locales y que fueran transgresores y elegantes”, así se definen. Arcos, Ullet de Perdiu, Valensí o Verdil, son algunas de las uvas de referencia en el proyecto. El vino elegido para la cata fue La Mujer Caballo Taronja, un blanco “brisat” elaborado principalmente con valensí, moscatel romano y airén. 94 puntos Parker para un vino que es capaz de sacarte de tu zona de confort, bien secundado por una gama que cuenta con seis referencias.

Dani Belda, viticultor que inició la apuesta por el embotellado en Terres dels Alforins.

Llegó el turno de José Antonio Ferri y Bodegas Los Pinos. Con 17 años al frente de la bodega José Antonio siempre cuenta que su llegada al mundo del vino fue por un proyecto personal y circunstancial. Buscaba una finca en la que disfrutar de su familia y su otra pasión, los caballos, cuando se encontró con esta casa solariega que, además, tenía una bodega. No le dio demasiada importancia al principio pero vivió una primera vendimia con tal intensidad que hoy se atreve a decir que si no llega a ser por la bodega no hubiera comprado la casa. La Finca es su gran joya: 62 hectáreas de un viñedo que cuenta con el privilegio de ser la primera bodega ecológica de la Comunidad Valenciana, cuando aquello de la ecología no se llevaba tanto como ahora. El vino elegido para la cata fue 1909, una referencia muy especial, pues solo se elabora los años excepcionales y con la variedad que mejor se ha expresado en esa añada. En 2021, 1909 es un monovarietal de monastrell con 91 puntos Parker, siendo su hermano La Sort el más laureado de la bodega con 92.

Y terminamos Fontanars dels Alforins con Miguel Velázquez, de Casa Los Frailes. Y Miguel quiso dar un repaso por la historia, pues ya todos sus compañeros desgranaron el tema de las variedades autóctonas y los suelos. Habló de una zona de mestizaje de culturas por la unión de las tierras de Castilla, Valencia y Alicante. Habló de mestizaje entre las alquerías valencianas y las casas de campo manchegas. Habló de mestizaje desde épocas romanas. Habló de la expulsión de los jesuitas. Habló de cómo cada masía elaboraba su vino hace 70 años… y habló de que “lo mejor que le ha pasado a estas tierras es que el ser humano se ha olvidado de este paisaje y no ha intervenido en él”. Ese territorio es para Miguel Velázquez el gran patrimonio que ha encontrado un relato que hay que seguir construyendo porque esto no ha hecho más que empezar. Lo hizo con una copa de 1771 en la mano. El gran homenaje de la firma a la Monastrell y que lleva en su etiqueta la escritura y el año en el que su familia compró la finca. Un vino con 93 puntos Parker, bien secundado por los parcelarios Dolomitas y Caliza.

Y cerró plaza La Font de la Figuera, de la mano de Jorge Caus, director técnico de Anecoop La Viña. “Es un día de orgullo muy grande. Es la prueba de que estamos en el camino. Debemos respetar al máximo el camino de hacer vinos que nos hagan viajar al territorio en el que ‘nacen’. Y además garantizar que el agricultor va a ser capaz de ganarse la vida dignamente con su trabajo”, comenzaba Caus. El proyecto de Los Escribanos llega en 2015 a La Viña, fundada en 1945. Es un proyecto de 8.000 botellas que supone el pistoletazo de salida de una nueva apuesta para la bodega “porque nos dimos cuenta que estábamos perdiendo un enorme patrimonio vitícola al tiempo que queríamos contribuir a dignificar el territorio de Terres dels Alforins“, explicaba Jorge. Los Escribanos fue el vino catado, un proyecto excepcional con viñas viejas de monastrell al que Parker ha otorgado 92 puntos.

Pero en esta fiesta, como bien catalogó Jorge Caus la jornada, no podía faltar Dani Belda. Él inició un camino y todos sus colegas así se lo reconocen. Dani respondió a la invitación de la DOP Valencia en lo que fue el broche a una jornada histórica.

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