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Muchas sombras, alguna luz

26 junio, 2024

Luca Bernasconi

Raúl Pérez ha sacado (y ha sido galardonado por ellas) etiquetas de precio elevado, pero su grandeza se halla en la capacidad de elaborar vinos de importe asequible. Esta debería ser la senda de la sensatez a imitar, en tiempos donde la demanda es muy susceptible al precio.

Las nubes están lentamente tapando el sol, materializando los funestos presagios de los agoreros más pesimistas (o perspicaces según se vea). La economía de la Europa continental está estancada o en recesión por culpa de la guerra, Oriente Medio ha vuelto a ser un polvorín de impredecibles consecuencias (además de hórrido teatro de un injustificable genocidio), China está resfriada y el águila calva tampoco está surcando los cielos con vehemente vuelo. Resumiendo, el vino ha dejado de ser un atractivo para los inversores, tras más de una década de crecimiento exponencial.

Champagne y Borgoña están perdiendo el estatus de El Dorado, donde fondos de todo el globo se precipitaban a inyectar millones en suelos y bodegas, aprovechando la injusta ley de sucesión gala. Las subidas de precio de los productores, ahora en parte justificadas por la inflación, han empezado a despertar el rechazo de los operadores, poniendo un techo al precio de los vinos que, por prestigio o moda, no entran en las pueriles disputas de multimillonarios desfasados.

Si las turbulencias económico-políticas no fueran suficientes, en nuestra región del Levante peninsular, desde el Penedés hasta Almería, la devastadora y prolongada sequía está seriamente comprometiendo las expectativas para la cosecha 2024. Y casi omito, por respeto a mis cinco lectores, recordar la cada vez menos velada cruzada del pensamiento único contra el alcohol, con la verde Irlanda cual moderno Ricardo Corazón de León, olvidando que el vino lleva más de dos mil años protagonizando la gastronomía mediterránea y que griegos y romanos fallecían de muerte cruenta y por infecciones en su mayoría, desde luego no de cáncer. Si en Dublín se preocuparan más del dumping fiscal que ejercen en el seno de la UE y menos de los «devastadores» efectos de la Guinness en la salud, igual saldríamos todos aventajados. Lo curioso de esta situación es que hay otro frente entre los titiriteros que se opone a esta campaña de tintes casi islamistas y se atreve a dedicar la portada de Forbes a un enólogo berciano: Raúl Pérez. Raúl es un referente en el sector, tanto por su profesionalidad como por su descomunal generosidad, y es el responsable del resurgimiento de muchas zonas vinícolas del noroeste de la península. Su biografía y trayectoria merecen un artículo aparte; lo que me parece interesante resaltar en esta sede es su extrema versatilidad a la hora de implementar proyectos e interpretar terroirs, siempre teniendo los pies muy anclados al suelo en cuanto a precio se refiere. Es cierto que ha sacado (y ha sido galardonado por ellas) etiquetas de precio elevado (no estratosférico), pero su grandeza creo que se halla en la capacidad de elaborar vinos óptimos de importe asequible. Esta debería ser la senda de la sensatez a imitar por otros muchos, en tiempos donde la demanda se vuelve muy susceptible al precio.

A nuestros alrededores tenemos ejemplos de vignerons capaces de ofrecer botellas estupendas en términos de RCP: Ponce con su Clos Lojen, Celler del Roure con Vermell y Cullerot, Rafa Cambra con la línea de los Soplo (y en realidad con todas sus cuvées), Rubus en Rubielos, La Comarcal con Del Moro, etc. son unos de los numerosos ejemplos de vinos ligeramente más caros que los del lineal, que ofrecen una calidad envidiable.

A los que siguen viviendo en el olimpo de los vinos de tres o más cifras, el consejo sería atreverse a desclasificar y abaratar añadas. Está comprobado, por ejemplo, que la 2018 en el norte de Francia y Europa, en general, fue una añada extremadamente cálida y complicada; sin embargo, los precios siguieron subiendo comparados con la 2017 (de mucha mayor calidad). A ver si la famosa mano invisible de Adam Smith consigue imponer un poco de cordura en esta situación esquizofrénica…
Salut!

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